por las calles estrechas. Más allá
del niño de Cernuda, mucho más allá
de la Bárbara de Prévert. ¿Qué serà

de su vida, de sus deseos, de sus penas?
Bendita seas, mujer imposible de reconocer,
empañada por el aliento mutuo y distante.

Sin saber, me estás devolviendo la dignidad
del hombre herido, cándido, abierto a las
casualidades del caminar juntos por la vida.